Tenemos la impaciencia de pensar que lo que hacemos es lo mejor "siempre"... Como yo camino, es lo mejor, como yo como es lo mejor, como yo pienso es lo mejor... Y es una constante competencia por ser siempre el mejor, el que se destaca, el que brilla, al que siguen.
No estoy diciendo que esto sea buena o mala la competencia, siempre y cuando se tengan los pies en la tierra no hay punto de referencia. Pero en su gran mayoría la competencia lleva a la superación del Ego. ¿Por quien compites? o ¿por qué compites? Si la competencia te lleva al cansancio, agotamiento y al olvido de ti mismo, no es sano, es ego, es el poder de lo que no es amor. Lo esencial es conocer tus limites, aceptar que hay tiempos, espacios y formas para todos. No hay mejor ni peor, todo tiene su gusto, preferencia y talento.
Cuando reconoces quien eres, dejas de competir. Cuando descubres que eres uno de la fuente, no hay punto de comparación. Cada quien es como es, flexible, rígido, blanco, gris, alegre, triste: cada quien tiene su momento y la raíz es la misma.
En esta sociedad de competencia, comparación y superación una manera de tener los pues en la tierra, la cabeza en el cielo y el centro del corazón lleno de compasión es por medio de la meditación. Soltar el ego, no aferrarse a lo Divino y sacar raíces a la Tierra. Todo es cuestión de equilibrio, desapego y voluntad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario